martes, 12 de agosto de 2008

HUMANIZACIÓN DEL ARTE

La pregunta del autor es, ¿qué es arte? e inicia su análisis con un debate en torno a la Monalisa de Leonardo Da Vinci y la subsecuente reproducción a manos de Duchamp, que para algunos pueden ser una falta de respeto y vulgarización[i] de la obra de arte y el arte en si mismo.

En la época Renacentista se vive un proceso de revalorización que llego a niveles de deificar al ser humano y creando escuelas y estilos muy refinados en las artes plásticas se trata de llevar a la máxima perfección éste constructo “humano”, el cual sólo obedecía al paradigma de la época, que era un proceso civilizatorio cortesano promovido desde la corona para diferenciar a ese mundo Renacentista supuestamente humanizador, del mundo Feudal, salvaje y bárbaro. (intento de resignificación de algunas ideas del profesor Alfonso Mendiola)

Si seguimos con la lógica de que en el Renacimiento se lleva a cabo la búsqueda de la perfección humana, podemos entender la valorización llegando a niveles absurdos de mundializar su valor estético, que se le dio en esa época y que de cierta forma se le da hoy en día. Lo que creo que esta perdiendo de vista es que en ésa época más bien se da una deshumanización en el arte, ya que se empieza a idealizar a este constructo “humano” a niveles que nunca pudo llegar y no va llegar a ser.

Hoy en día, si se llega a la institución cultural y se argumenta en contra de aquel proyecto supuestamente “humanizador”, ha aquel valiente se le acusaría de ignorante y hereje del arte, ya que estaría en contra del principal pilar del modelo occidental.

A manera de conclusión se puede decir que hay una humanización del arte en el sentido de que ya no se busca una perfección, sino que hay una manifestación de que el constructo “humano” es escindido, vulnerable y cotidiano. En palabras de Foucault:

“La finitud del hombre se anuncia –y de manera imperiosa- en la positividad del saber; se sabe que el hombre es finito, del mismo modo que se conoce la anatómia del cerebro, el mecanismo de los costos de producción o el sistema de conjugación indoeuropeo; o mejor dicho, en la filigrana de todas estas figuras sólida, positivas y plenas, se percibe la finitud y los límites que imponen, se adivina como en blanco todo lo que hacen imposible […] En todo caso, una cosa es cierta: que el hombre no es el problema más antiguo ni el más constante que se haya planteado el saber humano. Al tomar una cronología relativamente breve y un corte geográfico restringido –la cultura europea a partir del siglo XVI- puede estarse seguro de que el hombre es una invención reciente. El saber no ha rondado durante largo tiempo y oscuramente en torno a él y a sus secretos. ”[1]

Es decir, se empieza a tener una consciencia histórica de que la humanidad es totalmente contingente.

Bibliografía:

Foucault Michel, Las palabras y las cosas, trigesimotercera ed., México, Siglo XXI, 2007, 375 pp.



[1] Michel Foucault, Las palabras y las cosas, passim, pp. 305-375



[i] Entendiendo la palabra vulgarización en su significado más peyorativo.

1 comentario:

Priscilla H. H. dijo...

"El hombre ha muerto"... la implicación de estas palabras lleva a la reformulación de todo lo que pensamos que somos, de la percepción que tenemos de nosotros mismos y de los demás. Abre una serie de posibilidades que en muchos sentidos, por su fuerza, en ocasiones no estamos listos para enfentar.