miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿Es posible hablar de “esperanzas” sobre algo que ya sucedió?

El libro España en tiempos del Quijote es un libro pesado, pero también es muy recomendable, la variedad de los escritores que lo conformaron ayuda a poder ver diferentes maneras de redacción y a veces hasta dos visiones sobre un misma tema.

De el libro me centraré en el artículo escrito por John Elliott, “Maquina insigne: La Monarquía Hispana en el reinado de Felipe II”.

El artículo mencionado relata la historia de la caída de la idea de España como vencedora de a religión Católica, nos dice no sólo los hechos que desencadenaron este decaimiento, sino también la coyuntura que permitió que estos se dieran y la visión de la propia sociedad española sobre este derrotero.

Del artículo me llamo la atención un comentario, sobre que el estudio de la historia de España nos revela que la sociedad española a fines del reinado de Felipe II, en que la guerra con Inglaterra había, fracasado, también la ofensiva a Francia, y la lucha con el Islam perdió impulso por ambas contendientes, y que a pesar de eso se nos revelaba que la sociedad tenía esperanzas de retomar el mando europeo, ya que es claro que ellos no sabían que desde ese punto que la caída de España como potencia hegemónica ya no se detendría, ni con Carlos III con sus reformas del siglo XVIII.

Este comentario sobre las esperanzas, sobre un pasado abierto en el sentido de que los documentos nos revelan sobre sus posiciones a futuro lo que aun se esperaba, me remite al tema de los sentimientos, ¿de verdad es posible afirmar un sentimiento del pasado?, si los sentimientos son por excelencia personales e imposibles de transmitir de manera física (por lo que no generan documentos) ¿cómo podemos afirmar un sentimiento en el pasado?.

Tal vez estoy generalizando demasiado pero tal vez esta visión sentimental de la historia se pueda explicar en algunas ideas de la ilustración, como las de Rousseau, que nos hicieron ver (¿o creer?) que todos los humanos éramos en suma iguales y que todas las diferencias se debían a la educación y cultura.

La anterior idea no hubiera sido difícil pasarla a otras estructuras como la histórica, entendiendo que si trajéramos a un ser del hace milenios y le enseñáramos nuestro mundo, este podría adaptarse a él por ser en base igual a nosotros, pero ¿sentiría igual que nosotros?.

Creo que la mayor problemática se da en tratar de anteponer una estructura como la de los sentimientos a la de la investigación científica, que (si nos olvidamos de conceptos como las feromonas, que sólo ayudan en el presente) que en el pasado se anula por la imposibilidad de siquiera forjarse una interpretación.

Dejo esta reflexión abierta

Bibliografía:
Elliott, Johnn, “Maquina insigne: La Monarquía Hispana en el reinado de Felipe II”, en España en Tiempos del Quijote, Antonio Feros y Juan Gelabert (coords.), España, Taurus, 2005, ps 41-60

Erasmo en España

El título es la síntesis misma del contenido del libro que leí; un libro de Marcel Bataillon, que apesar de no tener todas las directrices historiográficas que tenemos hoy en día es un libro muy recomendable, hasta para historiadores.

El libro nos dice como el pensamiento de Erasmo pudo llegar a España, como España lo pudo ver y que consecuencias tuvo esto en el devenir de historia del pensamiento en la propia España y en la creación del imaginario Europeo del siglo XVII.

Lo que más me llama a mí la atención, es que éste es un libro que nos abre una ventana, que si bien no nos enseña “de facto” los que en “realidad pensaron” nuestros antepasados, si nos enseña a darnos cuenta que ese momento específico de la historia (siglo XVI en España) es un mundo de diferencia con el nuestro.

Como habitante del México del siglo XXI no que queda claro que las ideas del siglo XVI se hayan entendido desde conceptos deterministas como Dios, la llegada de Adán, la imperfección del hombre vs la perfección de Cristo, la necesidad de la existencia de una sóla religión, etc..

Tampoco puedo decir que “exactamente así” entendían los españoles estudiando su cosmovisión del mundo en este libro, si bien Erasmo era conocido en España, nosotros estudiamos su impronta en España a la luz de una concepción mucho más global que la que tuvieron quienes elaboraron los documentos de que nos servimos.

La concepción desde la cual volteamos a ver a Erasmo en España, es una concepción que ya conoce de la realización del concilio de Trento décadas después de Erasmo, del fracaso de unir la iglesia Luterana y Católica en un concilio, de la condenación por la inquisición de los libros de Erasmo y del influjo de Erasmo através de España misma, en las disposiciones tridentinas.

No puede desentenderse de que son hechos que ya pasaron y que sus efectos ya se dieron; esto también implica que nuestra posición sobre ellos es aún lejana a la verdad que buscamos; la historia que se nos relata esta cargada de emociones que tienen relación con “no saber sobre el futuro”, lo que permite tener esperanzas, cosa que hoya ya no nos es posible compartir para poder entenderla a cabalidad.

Sin embargo hay una cosa que es “cierta” y no importa mi forma de ver el mundo hoy, aunque observe al pasado desde mi presente, y esa cosa es que este libro es testimonio de que una sociedad puede generarse y puede explicarse a sí misma y proyectarse a futuro, presente y pasado con ideas muy diferentes a las mías.
No estaré nuca totalmente seguro de cuales son exactamente esas ideas y sus implicaciones pero será evidente que no las comparto, y que por lo tanto estamos hablando de algo que sucedió en realidad, porque la muestra de que no sea parte de nosotros, lo que hace que no lo podamos comprender es signo de su presencia misma.

Bibliografía:

Bataillon, Marcel, Erasmo en España,estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI, México, fondo de Cultura Económica, 1950

La historia detrás de la Historia

Leyendo un muy recomendable artículo de Lucién Febvre, un historiador de principios del siglo XX, fundador de los “Anales”, una de las escuelas más prestigiosas del saber histórico en Francia; pude notar lo siguiente:

Desde el principio el autor denota que hablará de los problemas que se han dado (particularmente durante el siglo XIX en Francia) respecto a la historiografía del movimiento de la Reforma.

El texto critíca las posturas nacionalistas de los francesas decimonónicas a la hora de buscarle un “orígen” a la Reforma, queriendo encontrarlo en Francia, ya que un teólogo católico llamado Lefevre Etaples cuestionó a la iglesia antes de que Lutero lo hiciera.

Lo interesante de esto es que la investigación tan detallada que hace Lucien Frebvre sobre como la reforma se gesto, sobre las debilidades del discurso decimonónico y sobre como había un movimiento de crítica desde dentro de la iglesia católica, a la que Etaples perteneció; Febvre se dedicó no a investigar la Reforma por la Reforma en sí, sino mas bien como un medio de crítica a la forma “positivista” de escribir historia en el siglo XIX francés.

El autor de nuestro artículo aprovecha el tema de la Reforma ya que es un tema que ha ocupado a mucho de la historiografía francesa. Sin embargo el artículo en suma es tres cosas por un lado es una crítica al sistema nacionalista y positivista de escribir la historia, por otro lado también es un corolario de los preceptos que Anales instauró, los cuales “deben” seguirse en virtud de una mejor “visión histórica” y por el otro es una investigación sobre la reforma y los problemas que implico su concepción dentro de su tiempo y en el siglo XIX.

Por esto de alguna manera Febvre cae en parte en lo mismo que crítica, ya que al leer entre líneas sus textos podemos ver que sus preceptos sobre investigación del pasado (en este caso de los orígenes de la Reforma) sólo son factibles a la luz de las evidencias y formas de investigación que él toma como las mejores, cosa que nos da no sólo un retrato de su época y forma de ver a su pasado, sino también de los errores del mismo pasado y también de la Reforma y sus implicaciones desde lo historiográfico a lo moral, todo visto sólo a su luz.

Esta característica es la que en nuestros días tratamos de ver en la historia, la cual tiene diversas interpretaciones ya que cada una tiene relación con la manera en que se ve, el lugar desde donde se habla nos dice mucho más de su época que del pasado mismo que trata de revelar.

Pero si es así ¿Donde quedo el pasado?, a mi juicio el pasado, visto como una concepción y construcción humana y no natural, no existe mas que en el presente, y la muestra mas significativa de ello es que el día que dejen de existir hombres dejará de existir la historia, porque sólo nosotros la veremos de la manera como la hemos querido ver.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El Método Sentimental ¿logrará forjarse como nueva propuesta?

Dentro de los círculos de historiadores hay figuras que tienden a destacarse por sus posturas, ya sean contrarias o en pro a ciertos estándares; es muy común ver a una persona que pensó algo en un momento, y que se tienda después a postularlo como “padre” o “referencia” obligada a ciertas ideas, por ejemplo Karl Marx como precursor del socialismo; Diderot, Voltaire y Rousseau como eminencias de la ilustración, etc..
Hayden Whyte es uno de esos casos de personas que son recordadas por polemizar sobre algunos conceptos considerados “canónicos” en la investigación histórica de principios del siglo XXI; en este caso, Whyte es recordado porque propuso una alternativa para explicar la naturaleza de la historia, proponiéndola como ligada mayormente a la literatura, haciendo esto en un momento en que muchos historiadores se afanaban por buscarle la cientificidad a la historia.

Hayden Whyte, en su conferencia (dada en la UIA, el 19 del mes corriente), entre otras cosas, nos insto a no olvidar esa otra parte de la historia que no deja documentos, aquella que esta mas relacionada con las vivencias y la psique de un momento, persona, o sociedad determinada; aquella historia que no deja huella mas que en las conciencias, y desde la cual por ejemplo, uno le las peripecias de Napoleón, no tanto por su valor histórico o documental, sino por las imágenes que nos evocan sus “aventuras” y la manera en que las enfrentó.

Como es costumbre en mí, de partir de un tema para ligarlo a otro que parecería no tener relación, y así empezar a hablar de química orgánica, para acabar hablando de Shakespeare y la nula relación con su hija... tocare el tema sobre el que quiero reflexionar brevemente, y sobre el que Hayden Whyte y algunas de sus ideas en la conferencia me hicieron pensar, el tema de Tucídides, y la visión histórica que esgrimió.

Este historiador de la época ahora denominada como “clásica” en Grecia, tenia una visión histórica cercana a algunas de las ideas de Whyte (si se me perdona el anacronismo, ya que por obviedad nunca pudo conocerlo), ya que su historia tenía como objetivo no sólo conocer, informar y analizar el pasado en función del presente sino de despertar la imaginación y forjar un ideario colectivo del pasado, hacer un recuento de las hazañas pasadas desde las cuales crear no solo una identidad sino una historia que se contara e hiciera inmortales a sus personajes, a héroes como Perícles, a lugares como las ciudades de Atenas, y también a ideales como el de la democracia y el honor.

Actualmente la idea de relacionar a la historia con el pasado remoto es la que impera en el grueso de la población; no sabría decir si se debe al afán decimonónico de observar sólo las cosas que no tuvieran relación con quien las investigaba, para poder así tener una perspectiva “equilibrada”, “desligada de emociones” y “objetiva”. Si un historiador hoy trata de ver la historia de hace poco, digamos de hace 10 años o menos, no serán pocos los que lo tachen como estudioso de otras disciplinas como las ciencias sociales, la antropología, sociología y hasta politología; sin embargo para Tucídides, relatar hechos que habían sucedido hace mucho no tenia reelevancia precisamente porque nadie que los haya visto aun vivía.

Para Tucídides relatar la historia de las Guerras del Peloponeso, sucedidas apenas una generación antes a la suya era no sólo justificable, sino ideal para lograr saber “la verdad” de la fuente mas irrefutable que en esa época se consideraba: quien había “visto y oído” sobre los hechos en cuestión. Los relatos de ese tipo de fuentes tendrían en poder de “exaltar las pasiones” y crear entre los escuchas emociones, que también podrían lograr con historias “literarias” como la Iliada y la Odisea de Homero, que representaban ideales caros al griego, pero que no relacionaban con emociones propias.

Por lo tanto Tucídides escribía sobre las guerras del Peloponeso precisamente porque sólo en el momento en que las escribió podrían causar el efecto que deseo causaran: enaltecer el pasado, los ideales atenienses y sus héroes; ayudado de los recuerdos y sentimientos de quienes escucharan un historia de la que también fueron parte; por lo tanto, para Tucídides escribir historia estaba tan relacionado con el pasado como con el presente

La historia que se estudia con mayor ahínco en el presente también tiene mucha relación con el presente, al grado de que se ve a la historia como una producción de él, en retrospectiva al su pasado; pero lo que quiero denotar aquí es que si en Tucídides el pasado y el presente convivían en el ideal, sentimientos y recuerdos de muchos griegos, desde los estudiosos a aquellos que no tuvieran cultura pero que sí hayan vivido algún aspecto de los relatos que cuenta “La Guerra del Peloponeso” ; en el presente actual no se da esto, ya que “el disfrute histórico” casi solo se relega a aquellos que han decidido estudiar la historia a un nivel mas elevado que el de los “demás”.

A mi parecer Hayden Whyte, hace un llamado a nuestro presente, al que aun podemos desde respirar hasta sentir con nuestros sentidos, a que vivamos la realidad mas intensamente através de la historia, y no nos pide que la reconozcamos como literatura directamente, sino que reconozcamos la gran similitud que hay entre la historia y ella.

La literatura nos hace suspirar y vivir intensamente en nuestras imaginaciones; la historia como los historiadores queremos que sea entendida, la de los datos, fuentes, pies de página, las coyunturas y la presencia científica haya menores oídos precisamente por que ya no deja tanto espacio a la imaginación y sentimientos como la literatura.

No es difícil adivinar como la gente en general escucho con mucha atención a Tucídides al relatar este en su “historia” como su heroica cuidad lucho contra Esparta; ahora tenemos una cosa que el no tuvo para su auditoria: podemos no solo contar la historia sino darle al escucha las herramientas para que pueda pintar la raya entre sus sentimientos, su yo y el pasado, siempre con una forma de explicarse diferente a la actualidad, y aun así despertar en ellos esas imágenes evocadoras como las de Tucídides.

Yo extiendo aquí una invitación a que se recorra el camino de síntesis entre lo que ahora sigue siendo el estudio de la historia, una disciplina relegada a los eruditos, licenciados y maestro de historia, y una visión mas humanista y centrada en el humano que en la ciencia. Tal vez logremos hacer una historia cientifizante, sí, pero mas cercana al hombre; es un reto que no se si acabara con una síntesis pero ¿no vale la pena tratar de unir la ciencia y el sentimiento de una vez por todas?, ¿el humano no hace la realidad a su reflejo?, ¿el reflejo humano tendrá un lugar para la ciencia?, ¿la ciencia podrá ser “abierta” dentro de sus propios preceptos?; reflexiónemoslo.

¿Objetividad Vs. Subjetividad?


Objetividad y subjetividad son conceptos fundamentales que se ocupan en la labor historiográfica. Estos conceptos hasta el día de hoy se podría decir que definen las escuelas historiográficas, estos el positivismo y el constructivismo, o se estaría pensando en una escuela posmodernista como la deconstructivista.
Los conceptos de objetividad y subjetividad han traído cierta polémica en la comunidad científica y más en la ciencia histórica, sobre todo en el presente siglo. Koselleck desarrolla el tema de la experiencia con el tiempo, esto invita a pensar el trabajo histórico a partir de un tiempo como el presente. Así mismo Hartog al proponer los regímenes de historicidad permite ver los tipos de paradigmas que cierta temporalidad rige, justifica y valida el trabajo histórico.
A partir de esto se sabe de la historia como maestra de vida, como ciencia y como comunicación, cada una de estas responde a ciertos paradigmas. Así la objetividad se ha relacionado con los primeros regímenes: la historia maestra de vida y como ciencia, porque estos pretenden reproducir el pasado en la medida que son comprobables. Mientras que la subjetividad histórica no pretende reproducir el pasado, sino buscar construir el pasado a partir del presente, en la medida que el lenguaje lo permite.
Desde un pensamiento fundamentalista histórica, la objetividad y la subjetividad chocan, esto rompe en cierto sentido con la cientificidad del quehacer histórico. En la posmodernidad la historia epistemológicamente está pasando por una crisis, esto implica una necesidad de repensar la historia, ya que, la historia aparte de este choque de conceptos el pensamiento posmoderno invita a cancelar la cientificidad de la misma. Al repensar en el trabajo histórico, es pensar sobre el cómo se puede sostener el trabajo historiográfico como ciencia, o responder el cuestionamiento sobre ¿Qué es hacer historia hoy? ¿Qué tipo de epistemología sostiene el quehacer? Estas opciones radicales presentadas invitan en un sentido al menosprecio del trabajo histórico, además de limitar la seriedad de la misma. Por tanto, se podría sostener que la objetividad no es contraria a la subjetividad, porque la teoría sostiene que la historia si produce una verdad a partir de la narración. La historiografía demuestra que si existe una subjetividad en cuanto a su acercamiento al pasado, ya que esta es inaccesible; mientras que la objetividad se presenta a partir del paradigma o de la teoría que fundamenta el trabajo histórico, en otras palabras, la objetividad se desarrolla en la institución. Por tanto la objetividad no es sinónimo a una verdad objetiva.

¿Qué relación existe entre el discurso histórico con el pasado “Real”?

A través de este curso hemos visto una gran variedad de autores con diferentes respuestas a este problema. Yo podría hacer lo obvio, citar a los diferentes autores y comentar sus diferentes teorías y después adaptarme a la mas convincente de ellos; pero al final del día ¿para que me serviría dicho ejercicio de citar autores? Esto me ayudaría a esconder mi verdadera opinión detrás de los autores, digo opinión ya que aún no soy un autor, y por lo tanto una autoridad. Yo creo que mi opinión es propia a pesar de estar construida por lo que he leído de los autores.
Por otro lado, si lo que voy a decir es solo mi opinión ¿tiene validez? si lo que realmente queremos es llegar a la relación entre el discurso y el pasado, es decir si queremos llegar a la verdad es forzoso ir a otras fuentes que a su vez hicieron este mismo ejercicio desde sus propias trincheras y publicaron su opinión volviéndose autores. Por lo tanto, la relación que existe entre el pasado y el discurso histórico se resume en la cita. Si esta cita es verificable y falsificable, tal vez el autor es una autoridad que esta cerca de la verdad. Así llegando al problema final: si el sistema de argumentación es solo sustentado a través de la autoridad y esta se manifiesta a través del acto de citar, entonces, cuando uno no cita en un trabajo histórico, uno no tiene “autoridad” no tiene “la verdad”. Me voy a atrever en este ejercicio a no citar y por lo tanto a decir mi versión de la elusiva verdad, mi opinión.
En mi opinión, el problema que existe entre la relación entre el discurso histórico y el pasado histórico a través de la verdad es el método argumentativo. El método argumentativo esta basado en un sistema de autoridades o de evidencias empíricas que se generan a través de la experimentación. Debido a que la experiencia empírica no es posible en la historia y la experimentación con el pasado es imposible; entonces solo nos queda la argumentación filtrada por las autoridades en el tema, es decir, los autores, quienes tampoco, en general, tienen la experimentación o la experiencia empírica del pasado. Mi opinión es que la relación entre el discurso histórico y el pasado “real” es el acto de citar, por lo que el problema fundamental entre esta relación es el juego de poder.

La llegada a "América": ¿quiénes fueron los colonizadores?

La carga cultural que traía Cristóbal Colón al llegar a América, proviene desde el concepto de civilización que se venía manejando dinámicamente en Europa, hasta los adelantos en las tácticas de navegación, además de ser una sociedad que comienza a conformarse con las cruzadas, con la ideología de conquista y expansión a partir del concepto de guerra santa. Con una Europa que comienza a orientarse al mar y al territorio continental, comienza a ver una expansión migratoria y de asentamiento, además de una idea de evangelización hacia las nuevas tierras que pasaran a ser parte de la unidad católico-cristológica que se manejaba. Si bien había la tecnología necesaria para llamarse una sociedad moderna, la manera bajo la cual aborda su llegada a tierra firme es con una mentalidad medievalista, donde Colón se piensa como una herramienta de Dios, haciendo una analogía de sí mismo con Juan el Bautista y San Cristóbal,[1] como un profeta que unirá el alfa con el omega, el principio y el fin. Por lo que podemos ver, que Colón tiene para consigo y su trabajo expansivo una identidad con el campo narrativo bíblico.
Hablando ya en específico de Colón, fue un hombre que, por lo que tenemos idea, navegaba desde la edad de 20 años, por lo que contaba con la inquietud de encontrar otra ruta hacia el oriente, que facilitara las negociaciones entre la península ibérica y éste –además de que Portugal se estaba adelantando porque ya comenzaba las navegaciones costeras por África–, y con las habilidades necesarias en cuanto a navegación y resistencia fuera de tierra para lograr dicho objetivo. Por lo que observamos que la expansión económica de negociaciones con oriente estaba respaldada por la tecnología más avanzada y las características y habilidades de Colón para la navegación.
No se puede dejar de lado la visión expansiva teológica, en donde con el concepto de guerra santa que ya mencioné anteriormente en esta misma pregunta, hay un imaginario colectivo donde la visión expansionista está plenamente justificada por los ideales eclesiásticos en donde, con la idea de reconquista, las invasiones e intrusiones son válidas para la expansión. Además, también hay una idea de salvación, ya que al ser herederos del pecado original, deben buscar su reivindicación y eliminar la polarización que hay entre aquellos bautizados y adeptos a la Iglesia católica, y los paganos o herejes, a los que se les ha olvidado la instrucción sobre Cristo, para entonces estar preparados para el juicio final.

[1] De donde podemos dudar que Cristóbal Colón tuviera este nombre, sino que se lo cambiara para legitimar su posición ante su objetivo para la expansión europea.