martes, 2 de septiembre de 2008

Pecados capitales en un mal historiador


¿Cómo hacer historia? Probablemente esta sea una de las preguntas fundamentales en alguien que quiera desarrollarse y aventurarse en esta disciplina. Ya con unos pasos dentro de este mundo historiográfico uno se preguntaría ¿cómo hacer una buena historia?
Si la experiencia y la vida cotidiana son validas para ejemplificar el que hacer histórico; se puede decir que, hacer una mala historia es más fácil que desarrollar una buena historia. En México especialmente estamos atravesando una crisis en todas las áreas de la vida humana. La historia institucional u oficial se ha impuesto en la educación y en la vida de los ciudadanos, con una carencia de sentido y sobre todo se ha consumido una historia acrítica.
Así Carlos Antonio Aguirre Rojas afirma que “es mucho más fácil y exige mucho menos esfuerzo ser un mal historiador”.
[1] El producto del mal historiador, para mal es lo que se encuentra con mayor facilidad en el mercado, así como en las instituciones educativas. Quién le interesa cuando murió el héroe nacional, cuándo se fundó el PRI, el PAN u otro partido político, quién le interesa la historia de algún Virrey; información que con la ayuda de los medios de comunicación así como enciclopedias podemos obtener en un minuto este tipo de información.
Por tanto se requiere una labor histórica que se pueda desarrollar a partir de otros métodos y que pueda ser más crítica. Es lo que propone Aguirre Rojas en su libro Antimanual del mal historiador o ¿Cómo hacer hoy una buena historia crítica. En su segundo capítulo habla de los pecados capitales que el mal historiador desarrolla en su ejercicio.
El primer pecado capital de los malos historiadores (aquí valdría la pena aclarar que se refiere a historiadores actuales) es el positivismo. Este degrada a la ciencia y limita a una actividad de erudición,
[2] esta historia se define como la ciencia que se encarga de estudiar el pasado, es objetiva, cerrada, ya terminada, Aguirre Rojas dice que se reduce a la verificación. Es un quehacer que está enamorada de los grandes hechos sobresalientes.[3] El segundo pecado que presenta el autor es el del anacronismo en la historia, es decir; la falta de sensibilidad hacia el cambio histórico. Esta no permite ver las cosas que han cambiado a lo largo del siglo, o los diversos sentidos que puede traer, así como no puede acercarse a la alteridad, por detrás de esto está la idea del progreso.
El tercer pecado capital en un mal historiador consiste sobre la noción del tiempo. Esto es cuando se concibe la idea del tiempo como una dimensión única y homogénea,
[4] afirma el autor. Por tanto es necesario considerar que el tiempo es múltiple y heterogéneo para evitar caer en este ejerció. El autor para a referirse del cuarto pecado que consiste en la idea limitada del progreso, ligada al tiempo homogéneo y lineal. Esto se refiere así como lo demuestra Tomas Kuhn que la ciencia histórica se encarga en acumular sucesos, de avances sin fin; sin una oportunidad a la crítica o a la replanteación de lo que se llama pasado.
El problema anterior está ligado al quinto que es la actitud acrítica hacia los hechos del presente y del pasado. Por tanto, Aguirre Rojas propone que al pasado hay que cuestionarle, las fuentes se reinterpretan, y no se hace una lectura literal tanto del presente-pasado, ya que “cada época histórica rehace siempre el pasado.”
[5] La búsqueda de la objetividad y neutralidad frente al objeto de estudio es uno más de los pecados como el autor le llama. Tal cosa en pleno siglo XXI es imposible, ya que según el autor toda historia es producto de su tiempo y de su contexto y el historiador es un individuo que no está desconectado al contexto que pertenece; así toda historia refleja las reflexiones o el punto de vista del historiador. Esto nos lleva a considerar que la verdad absoluta no existe y el modo de acercarnos a la verdad siempre será relativo.
Por último Aguirre Rojas critica el postmodernismo en la historia calificándolo como un pecado más en el mal historiador. Esto quiere decir que se presenta a la historia científica como un mero discurso,
[6] ya que los historiadores posmodernos que el autor cita, entre ellos Michel de Certau, consideran que en el pasado no se puede acceder, no existen hechos históricos reales. Aguirre Rojas critica de la historia no tiene sentido si lo que producirá es el relativismo, si la verdad es producto de una época y estará en una constante amenaza de cambio.
Como conclusión considero que Aguirre Rojas intenta romper con ciertos esquemas del quehacer histórico tradicional, al querer presentar lo que no se debe hacer en este campo científico. Es un documento que está dedicado a estudiantes de historia en primer lugar, como el título menciona intenta ser un manual de lo que se debe saber para hacer una buena historia. Comparto con el autor la idea de las primeros seis problemas en un mal historiador excepto en la última. La postmodernidad es una realidad que nos toca enfrentar y la historia como ciencia puede que lo sobreviva. Negar que la historia sea un discurso, es concebir la historia lineal y objetiva, como una ciencia que entra en el pasado a rescatar sucesos reales, cosa que es imposible sostener y demostrar.


Fuente:
Aguirre Rojas, Carlos Antonio. “Los siete (y más) pecados capitales del mal historiador”, en Antimanual del mal historiador o ¿Cómo hacer hoy una buena historia crítica?, México, Contrahistorias, 2002, pp. 35-50.
[1] C. A. Aguirre Rojas, p. 35.
[2] Ibid., p. 36.
[3] Ibid., P. 37.
[4] Ibid., p. 40.
[5] Ibid., p. 45.
[6] Ibid., p. 48.

1 comentario:

Priscilla H. H. dijo...

El problema de Aguirre es que termina afirmando lo que niega, asume la postura con la que quiere terminar. El mismo título de su obra "antimanual" asume una postura que nos hace pensar en una historia que podria ser armada como un mueble que viene por partes y que tan sólo seguir los pasos resultaría en aquello que "debe ser".