jueves, 18 de septiembre de 2008

leer entre lineas

la clase anterior del miércoles 17 me dejo pensando en lo que me dijo Priscila sobre leer sobre lineas. Si bien, no es mi fuerte, creo que es muy importante para saber desde que lugar esta hablando el "autor" de dicho libro. Es importante saberlo porque así puedo hacer conciencia de que es un discurso, en el cual se expone una idea, que si bien, y esto debemos saber, al leer el texto, ya no es el mismo lugar, debido a que ya hay tres horizontes, el del autor, el del texto, y el de nosotros. Entonces, en realidad no podemos hablar del lugar, exactamente desde donde el "autor" nos habla, podremos acercarnos al límite, y suponer ciertas categorizaciones de su lugar social.

Leer entre lineas a veces me resulta algo complicado, no porque no sepa que hay un lugar social, sino que tanto del texto al creer yo, que tiene dicho lugar social, en mi mente ya a sido traspolado, con alguna categoría o prejuicio, y no es que quiera decir que esto este mal, sino que la interpretación que yo le haga a lo que leí siempre va conllevar mis experiencias y vivencias, que ninguna otra persona tiene, pienso que leer entre lineas me ayuda a no totalizar las verdades expuestas en el texto, sino confrontarlas con otras, y confrontar con una reflexión lo que el "autor" quiere poner como manifiesto(que intenta). Me gustaría mucho, que si me podrías poner un comentario, para ti, Priscila o compañeros, que es el autor?.

Porque no entiendo muy bien que es, pues no existe, pero en el momento que lees "su" texto, es como si cobrara vida, no es esto creer que hay un pasado en el cual yo puedo llegar?. Tengo otras dudas, en especial en la hermenéutica, que si bien, esta ligada a el lenguaje, como es que puedes separarte de ella para poder entender un texto escrito?. Creo que seria de mucha utilidad conocer como fue que el autor esta presente, en el pasado y en el futuro. Espero que cuando exponga sepa entender lo que es leer entre lineas, aunque a veces creo que es muy positivista, ya que al querer leer entre lineas se quiere buscar una "verdad, del lugar social", como si hubiera una razón importante de un acontecimiento que hizo que el autor escribiera de esa forma. Bueno, espero el comentario, gracias.

martes, 16 de septiembre de 2008

Formas de hacer la historia

En el primer apartado de la obra Formas de hacer la Historia. Historiografía grecolatina y medieval, de Norma Durán, una de las preguntas que la autora desarrolla en el texto es ¿Qué condiciones se prestaron para hacer las conexiones entre el mundo occidental y la cultura griega y romana, y así estas pasaran a ser la “cuna” de una gran civilización? Con esta interrogante se pasará a desarrollar la sección “Historiografía grecolatina”.
Norma Durán parte proponiendo que una de las condiciones que se presentaron en construir la familiarización entre los mundos griego y romano con la modernidad, se debe a la necesidad de explicar históricamente la superioridad occidental-europea mediante el conocimiento directo de sus antepasados.
[1] ¿Por qué establecer relación del mundo moderno con la cultura romana y griega antigua? Al parecer se presta esta relación porque se consideró que estas civilizaciones fueron los creadores de las ciencias, del arte, de la democracia,[2] de la escritura, es decir de la razón.
Por tanto, es necesario “repensar las premisas sobre las que se ha venido construyendo esa «identidad».”
[3] Lo que interesa es buscar las conexiones, la distancia y diferencias en la escritura de la historia. En esta obra, se rompe con el pensamiento tradicional de creer que los griegos y romanos son los orígenes de la cultura occidental, ya que estos no fueron los únicos en escribir historia ni fueron los primeros, así otras civilizaciones desarrollaron sus formas de historiografía, al parecer el único “problema” o “deficiencia” de otras civilizaciones anteriores fue la forma en como transmitían su historia. Afirmar esto, Hartog es lo que llamará la “prehistoria de la historia”.[4]
Lo que está detrás de esta construcción es una idea fundada a partir de una mentalidad racista y por supuesto de superioridad. La historiografía grecolatina, hoy nos permite ver a partir de los regímenes de historicidad cambios notables
[5] que destruyen la idea de una historia lineal, objetiva, o como maestra de vida.
Norma Durán propone que el punto de partida para hablar del nacimiento de la historia radica en la distinción entre mito y logos.
[6] En el siglo XIX el mito se consideró como relatos fantásticos, que no pretendían buscar la verdad, se entendía como palabra inspirada o revelada por tanto no eran racionales y al parecer evidenciaba alguna verdad universal. Así se desarrolla la idea del “milagro griego” el paso del mito al logos, es decir a la racionalidad.[7] Marcel Detienne afirma que el mito no es universal, y el concepto de verdad está ligado a la memoria o recuerdo y no a lo real.
En el siglo V, mito era sinónimo de palabra, el “gran cambio” que se produjo es cuando surge la polis, la noción de verdad cambió ahora importa la palabra argumentada. La propuesta de la autora, es que los cambios y los saberes surge de condiciones precisas que se forjan en una sociedad, hay fracturas, se dan nuevos paradigmas.
[8] La autora a partir de Hartog, plantean que la ruptura más visible del discurso histórico es la desaparición de las musas como autoridad y fuente de verdad.[9]
Lo que transforma el quehacer histórico son las sociedades mismas cuando cambian de paradigma, un ejemplo es el discurso de Homero (poesía épica) y de Herodoto (historia humana) los criterios de hacer historia son diferentes, por tanto la propuesta es “ubicar el contexto social de cada discurso para comprender cómo funcionaban.”
[10] Así la historia surge como un discurso de lo particular,[11] discurso que busca contar sucesos de los seres humanos y que se relaciona con el orden. Con el surgimiento de la polis vino a cambiar todas las concepciones, aún el uso de la palabra ya que desaparecieron las instituciones monárquicas y jerárquicas de la sociedad.
El discurso para la sociedad transformada ya nos sustenta un orden en el mundo,
[12] así como las formas y los lugares en donde compartir el discurso se ve transformado. El ágora se convierte en el centro de todo interés político, así el oficio de la ciudadanía se centra en el ejército, así la retórica será uno de las disciplinas básicas para la formación de todo ciudadano de la Grecia clásica.
En la polis, la palabra se comenzó a argumentar y se prestó a la confrontación, así la autora propone que la ruptura que se da con la palabra épica se dio en el ámbito social, ya que la polis demandaba nuevas relaciones, de igualdad.
[13] El discurso histórico que se desarrolla en este tiempo inauguró la historia maestra de vida, ya mencionado anteriormente, esta estuvo directamente relacionada con la retórica. Cabe señalar que ya para este tiempo se puede dar testimonio que se desarrollaban historias y no historia, ya que encontramos a Tucídides cuyo criterio historiográfico se basa en el presente. Mientras que Herodoto desarrolla una historia del pasado, cuyo criterio es el testimonio visual directo.
Para finalizar, lo que podemos ver en el mundo clásico es que dentro de un mismo contexto se dieron varios regímenes de historicidad, es decir, varios modelos de la práctica historiográfica. El discurso habrá que entender que no era para contar lo que realmente sucedió sino fungía un papel educativo, era un saber útil a la ciudad y al ciudadano,
[14] mientras que Hartog propone otro tipo de utilidad de la historia: entender y traducir la alteridad.[15] Esto nos da a entender que lo que se conoce oficialmente de los temas y sobre todo de la historiografía del mundo clásico, ha sido una construcción del siglo XIX que tuvo la necesidad de fundamentar sus orígenes, tanto de pensamiento, cultura y ciencia en los griegos, a partir de un carácter de superioridad ya que la idea del progreso estaba en boga.

[1] Durán, Norma. “Historiografía grecolatina”, en Formas de hacer la Historia. Historiografía grecolatina y medieval, p. 43.
[2] Idem.
[3] Idem.
[4] Ibid., p. 44.
[5] Ibid., p. 47.
[6] Ibid., p. 50.
[7] Ibid., pp. 52-53.
[8] Ibid., p. 64.
[9] Ibid., p. 66.
[10] Ibid., p. 73.
[11] Ibid., p. 83.
[12] Ibid., p. 95.
[13] Ibid., p. 101.
[14] Ibid., p. 112.
[15] Idem.
Fuente:
Durán, Norma. “Historiografía grecolatina”, en Formas de hacer la Historia. Historiografía grecolatina y medieval, México, Navarra, 2001, pp. 41-113.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

1968 y Michel de Certeau


La función social de la historiografía


“Retornar al mayo de 1968 con Michel de Certeau” fue el tema de la conferencia de Luce Giard en la Cátedra Michel de Certeau 2008 titulado 1968: la toma de la palabra; organizado por el Departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana los días 3 y 4 de septiembre de 2008. Luce Giard, especialmente habló sobre el quehacer histórico en tiempos de crisis o en acontecimientos como en 1968 y que mejor ejemplo con la obra y vida de Michel de Certeau.
Luce Giard comenzó desarrollando el contexto de Francia antes del acontecimiento, en donde se refirió a una Francia próspera, cuya escolaridad había aumentado, en donde la iglesia católica había sido afectado por el Concilio Vaticano II, por tanto reflejaba una esperanza hacia el cambio. Pero, lo que desencadena el suceso en 1968, es que el aparente cambio que se venía no llegó, según Luce Giard lo que caracterizaba la vida pública de ese tiempo fue el aburrimiento.
Lo interesante de esta charla es presentar la función social de la historia, y como un historiador después del suceso intenta hacer una historia diferente, no para contar el o los relatos que describen tal acontecimiento, sino en buscar una respuesta de lo ocurrido.
La toma de la palabra es una colección de ensayos analíticos que se refieren al acontecimiento del 1968 en Francia, Michel de Certeau escribió sobre este tema, como ya se mencionó, no para describir el acontecimiento o para dar alguna respuesta del porque colectivo, sino mas bien fue para tratar de encontrar respuestas a sus propias dudas. El trabajo de M. de Decerteau según Luce Giard fue una necesidad particular en la cual comenzó a usar un método que le llamó la irreductibilidad de la conciencia.
El objeto de hacer historia desde esta perspectiva, Luce Giard propone que es para reflexionar, solucionar y enfrentar los problemas del presente. Al parecer la gran pregunta de Michel de Certeau en la cual forma su trabajo histórico fue ¿cómo reparar? refiriéndose al acontecimiento, dicho trabajo del historiador se convierte en una obra con función social, cuya principal labor es reflexionar y comprender.

lunes, 8 de septiembre de 2008

¿TENDRE LA RESPUESTA?

Solo podemos tener acceso al tiempo a partir de la narración (aquí es donde el lenguaje es tiempo). Cuando afirmo que es vida o muerte, es la vida o la muerte del "otro" a quien yo nombro con el lenguaje (porque solo existimos a partir del otro y si el otro nos niega y en consecuencia no nos nombra de cierto modo estamos muertos, es decir, no existimos.)
¿Qué consecuencias puede traer esto?, pues más que consecuencias para el gremio de historiadores, creo que hay una consecuencia a nivel personal. Pensar en la vida, muerte y tiempo como lenguaje, me hace solo un poco menos pesado mi andar en esto que llaman realidad (ya que como por ahí dicen “los constructivistas son solo un poquitín más positivos”).
Despues de este intento de responderte, creo que si está dando frutos esto de estudiar Historia, ya que me ha provocado un nivel de complejidad que aumenta cada día y a la véz una forma de simplificación a la hora de interactuar con esa “realidad” (sin caer en relativismos).
Espero haberme acercado a una respuesta, ¡lo dudo!, pero creo que podremos seguir discutiendo mucho tiempo.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Cuando las fuentes no nos hablan...


En alguna clase escuché que es muy importante la selección de las fuentes, utilizar las que en mayor grado se refieren al tema que tratamos de investigar y de ellas seleccionar las que se van a utilizar, después, es fundamental leerlas y analizarlas con el mayor cuidado que podamos, tratando (si es posible) de comprender el sentido de lo que se dice en ellas se dice, pero que aun con todos los esfuerzos que realicemos, no podremos comprender en su totalidad lo que el autor de la fuente trataba de comunicar.
Mezclando esta información con una frase del libro El paisaje de la historia: como los historiadores representan el pasado de John Lewis Gaddis
[1] que dice “es inevitable pensar la historia en términos morales… el problema de los historiadores, por tanto, no es si debemos o no emitir juicios morales, sino como podemos hacerlo con responsabilidad”, me lleva a preguntarme si además de la interpretación de las fuentes es necesario inmiscuir un juicio moral, pues queda claro que la fuente la estoy interpretando desde mi época, pero sería interesante analizar si en toda la historia que se ha escrito hasta ahora ha sido imposible dejar de incluir la moralidad de la época en la que se está escribiendo, y si es así, que tanto beneficia o perjudica a la historia.
Según el argumento del autor, de entrada nos sirve para saber cuales son los acontecimientos o personajes relevantes, para identificar en un proceso histórico, cuales son las acciones buenas o malas que han marcado el curso de ese proceso en particular, que sin este tipo de juicios de moralidad, sería imposible para el historiador saber cuales son los temas que conservan importancia en su propia época.
En general, yo creo que el libro es bueno, ya que fue escrito para estudiantes, y por lo tanto, incorpora ejemplos muy sencillos y que rayan en lo cómico para explicar cada uno de los conceptos de los que trata el libro, además es relativamente corto, por lo que si se tiene un poco de tiempo está bastante recomendable leerlo.



[1] Gaddis, John Lewis, El paisaje de la historia: como los historiadores representan el pasado , Ed. Barcelona, 2004, 256 pp.

martes, 2 de septiembre de 2008

NUEVA REFUTACIÓN DEL TIEMPO


Martín, primero que nada tengo que aceptar que éste texto es uno muy erudito, es de aquellos que requieren que su lector tenga un alto nivel de cultura, que creo, aún no tengo y de cierta forma, me interesa adquirir otro tipo de pensamiento y no exactamente llegar a ésta erudición.
Entrando en materia y en un intento de entender al señor Borges, lo trate de relacionar un poco con Foucault, en sus Palabras y las cosas, en el sentido de que el único acceso que tenemos con el mundo es el lenguaje, es decir, nombramos al tiempo y de cierto modo como dice Borges: “El tiempo es la sustancia de que estoy hecho”, nosotros mismos construimos esa finitud ante la mirada del otro, aquel que vive y nos mata al nombrarnos “ya estaba viejo”.
Cuando nos nombran “ya estaba viejo”, morimos de forma biológica, materialmente es el fin del mundo para nosotros; pero creo yo que está el tiempo de la memoria, el construido, aquel en el que podemos seguir viviendo a partir del lenguaje de aquellos que nos matarón.
A manera de conclusión, lenguaje es muerte, tiempo y vida; y no es que muramos, sino que solo somos nombrados, se podría decir que somos significantes vacios y que el otro nos va dando significado conforme lo vaya necesitando.

Pecados capitales en un mal historiador


¿Cómo hacer historia? Probablemente esta sea una de las preguntas fundamentales en alguien que quiera desarrollarse y aventurarse en esta disciplina. Ya con unos pasos dentro de este mundo historiográfico uno se preguntaría ¿cómo hacer una buena historia?
Si la experiencia y la vida cotidiana son validas para ejemplificar el que hacer histórico; se puede decir que, hacer una mala historia es más fácil que desarrollar una buena historia. En México especialmente estamos atravesando una crisis en todas las áreas de la vida humana. La historia institucional u oficial se ha impuesto en la educación y en la vida de los ciudadanos, con una carencia de sentido y sobre todo se ha consumido una historia acrítica.
Así Carlos Antonio Aguirre Rojas afirma que “es mucho más fácil y exige mucho menos esfuerzo ser un mal historiador”.
[1] El producto del mal historiador, para mal es lo que se encuentra con mayor facilidad en el mercado, así como en las instituciones educativas. Quién le interesa cuando murió el héroe nacional, cuándo se fundó el PRI, el PAN u otro partido político, quién le interesa la historia de algún Virrey; información que con la ayuda de los medios de comunicación así como enciclopedias podemos obtener en un minuto este tipo de información.
Por tanto se requiere una labor histórica que se pueda desarrollar a partir de otros métodos y que pueda ser más crítica. Es lo que propone Aguirre Rojas en su libro Antimanual del mal historiador o ¿Cómo hacer hoy una buena historia crítica. En su segundo capítulo habla de los pecados capitales que el mal historiador desarrolla en su ejercicio.
El primer pecado capital de los malos historiadores (aquí valdría la pena aclarar que se refiere a historiadores actuales) es el positivismo. Este degrada a la ciencia y limita a una actividad de erudición,
[2] esta historia se define como la ciencia que se encarga de estudiar el pasado, es objetiva, cerrada, ya terminada, Aguirre Rojas dice que se reduce a la verificación. Es un quehacer que está enamorada de los grandes hechos sobresalientes.[3] El segundo pecado que presenta el autor es el del anacronismo en la historia, es decir; la falta de sensibilidad hacia el cambio histórico. Esta no permite ver las cosas que han cambiado a lo largo del siglo, o los diversos sentidos que puede traer, así como no puede acercarse a la alteridad, por detrás de esto está la idea del progreso.
El tercer pecado capital en un mal historiador consiste sobre la noción del tiempo. Esto es cuando se concibe la idea del tiempo como una dimensión única y homogénea,
[4] afirma el autor. Por tanto es necesario considerar que el tiempo es múltiple y heterogéneo para evitar caer en este ejerció. El autor para a referirse del cuarto pecado que consiste en la idea limitada del progreso, ligada al tiempo homogéneo y lineal. Esto se refiere así como lo demuestra Tomas Kuhn que la ciencia histórica se encarga en acumular sucesos, de avances sin fin; sin una oportunidad a la crítica o a la replanteación de lo que se llama pasado.
El problema anterior está ligado al quinto que es la actitud acrítica hacia los hechos del presente y del pasado. Por tanto, Aguirre Rojas propone que al pasado hay que cuestionarle, las fuentes se reinterpretan, y no se hace una lectura literal tanto del presente-pasado, ya que “cada época histórica rehace siempre el pasado.”
[5] La búsqueda de la objetividad y neutralidad frente al objeto de estudio es uno más de los pecados como el autor le llama. Tal cosa en pleno siglo XXI es imposible, ya que según el autor toda historia es producto de su tiempo y de su contexto y el historiador es un individuo que no está desconectado al contexto que pertenece; así toda historia refleja las reflexiones o el punto de vista del historiador. Esto nos lleva a considerar que la verdad absoluta no existe y el modo de acercarnos a la verdad siempre será relativo.
Por último Aguirre Rojas critica el postmodernismo en la historia calificándolo como un pecado más en el mal historiador. Esto quiere decir que se presenta a la historia científica como un mero discurso,
[6] ya que los historiadores posmodernos que el autor cita, entre ellos Michel de Certau, consideran que en el pasado no se puede acceder, no existen hechos históricos reales. Aguirre Rojas critica de la historia no tiene sentido si lo que producirá es el relativismo, si la verdad es producto de una época y estará en una constante amenaza de cambio.
Como conclusión considero que Aguirre Rojas intenta romper con ciertos esquemas del quehacer histórico tradicional, al querer presentar lo que no se debe hacer en este campo científico. Es un documento que está dedicado a estudiantes de historia en primer lugar, como el título menciona intenta ser un manual de lo que se debe saber para hacer una buena historia. Comparto con el autor la idea de las primeros seis problemas en un mal historiador excepto en la última. La postmodernidad es una realidad que nos toca enfrentar y la historia como ciencia puede que lo sobreviva. Negar que la historia sea un discurso, es concebir la historia lineal y objetiva, como una ciencia que entra en el pasado a rescatar sucesos reales, cosa que es imposible sostener y demostrar.


Fuente:
Aguirre Rojas, Carlos Antonio. “Los siete (y más) pecados capitales del mal historiador”, en Antimanual del mal historiador o ¿Cómo hacer hoy una buena historia crítica?, México, Contrahistorias, 2002, pp. 35-50.
[1] C. A. Aguirre Rojas, p. 35.
[2] Ibid., p. 36.
[3] Ibid., P. 37.
[4] Ibid., p. 40.
[5] Ibid., p. 45.
[6] Ibid., p. 48.